jueves, 31 de marzo de 2011

130 aniversario de la plaza de Escandalera de Oviedo

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Los mayores descansan al sol en sus bancos, es punto de encuentro para jóvenes y lugar de paso para todos los ovetenses. La plaza de enlace entre la zona comercial, el casco antiguo y el centro político de Oviedo ha recibido a lo largo de la historia diferentes nombres. Sólo uno ha perdurado. El del pueblo: La Escandalera. Y eso, a pesar de que ni siquiera existe unanimidad en su origen, que cumple ahora 130 años.
La plaza era simplemente parte del Campo de San Francisco, que tampoco era un parque, sino los prados que rodeaban a la ciudad y donde los ovetenses hacían vida fuera de las murallas. La Cárcel-Galera, antigua prisión de mujeres, y la ermita de la Magdalena del Campo constituían las únicas construcciones que la ocupaban. Con la apertura, en la segunda mitad del siglo XIX, de las calles Uría y Fruela, el espacio comenzó a delimitarse. No tenía nombre. Hasta 1881. El 27 de marzo se produjo una multitudinaria manifestación cívica. Los asturianos consideraban que el trazado del ferrocarril de Pajares contrariaba los intereses de la región.
«Protestaban por la curvatura de las cuestas. Se quería escatimar dinero allí para dárselo al puerto de Gijón, y de ahí nace un poco la polémica entre Oviedo y Gijón, que es realmente ingenua y pueblerina, pero que sigue. La prensa tenía un poder enorme, y el periódico EL COMERCIO convocó a toda la gente en la plaza. Vino gente de toda Asturias», explica la cronista oficial de la ciudad, Carmen Ruiz-Tilve. Es una de las versiones sobre el origen del nombre. De hecho, ese mismo año, 1881, las autoridades proyectaron colocar en la plaza un obelisco conmemorativo de la gran manifestación. No hubo estatua, pero sí la acepción oficial como plaza del 27 de marzo.
Sin embargo, la concentración fue cívica, no hubo ningún escándalo que pudiera dar lugar al nombre. De ahí emerge otra lectura.
Por las mismas fechas, hubo en el seno de la Corporación Municipal una fuerte polémica (seguida en prensa y a pie de calle) por la alineación de la primera casa construida en la esquina de las calles San Francisco y Fruela. Y el escándalo de la protesta vecinal acabó por confundirse con la manifestación del 27 de marzo, según esta teoría, que sostiene José Ramón Tolivar Faes en su canónico libro 'Nombres y cosas de las calles de Oviedo'.
Pero no es la única teoría. La más reciente, acuñada ya bien entrado el siglo XX, relaciona el nombre con un supuesto mercado de escanda. La ciudad tubo un mercado del cereal, que estaba en El Fontán, según recogen las ordenanzas municipales de 1814. «Frente a los arcos donde está el mercado de los zapatos, que se pongan los que veden escanda trigo y cebada», narra el documento. Tampoco el origen semántico de la palabra Escandalera está asociado en asturiano al cereal.
Cambios de nombre
Desde 1881 hasta 1911 la plaza fue la del 27 de marzo. Luego pasó a denominarse General Ordóñez, plaza de La República, con la proclamación del nuevo régimen en 1931, y plaza del Generalísimo, tras la Guerra Civil. Aunque para los ovetenses siempre fue La Escandalera. «Este sitio fue para las Naciones Unidas, para el General Ordóñez, acabo siendo para Franco, pero por encima de todo y afortunadamente por ser popular sigue siendo La Escandalera», se felicita Ruiz-Tilve.
Con la llegada de la Democracia, un 29 de junio de 1979, el Pleno municipal concedió al lugar lo que siempre permaneció en sus calles: el nombre oficial de La Escandalera. Hoy en día comparte protagonismo con 'La Gorda', como se conoce entre los adolescentes a la escultura de Botero.
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Porque al igual que la toponimia, los planes para decorar el espacio variaron continuamente. Un monumento conmemorativo de la manifestación de 1881, una estatua de Cabo Noval, un obelisco para las Naciones Unidas y, finalmente, 'La Maternidad'. «Curiosamente, el proyecto que acaba consolidándose es una escultura que podemos encontrar en cualquier otra ciudad del mundo. Ocupa el centro de Oviedo, como un espacio no representativo de la ciudad», lamenta el artista Anxel Nava. «Aquí hubo muchísimo comercio y cafés como el de La Paz, era un sitio que convocaba», añade Ruiz-Tilve.

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